Rajon Rondo: El dios del tiempo
El que escribe es un enamorado del juego de Rajon Rondo, ya desde que aterrizó en laNBA un año antes de la formación del Big Three en Boston. Aquel base, más verde que la camiseta de su equipo, daba sin embargo muestras de una inteligencia primigenia en la pista, consciente como era de que tarde o temprano llegaría su momento de reinar en el mítico equipo de Massachussets. Mientras tanto, con hacer llegar el balón a las manos adecuadas resultó más que suficiente para hacerse con el anillo ya en su temporada sophomore.
Desde entonces la evolución del playmaker de la universidad de Kentucky ha discurrido entre fogonazos impactantes, como aquellos playoffs de 2009 en los que rozó el triple doble de promedio (en 14 partidos registró 16.9 puntos, 9.7 rebotes y 9.8 asistencias por noche), y críticas hacia la escasa fiabilidad de su tiro exterior. La base de éstas últimas es evidente (la irregularidad de Rondo afecta incluso a su acierto desde la línea de tiros libres), pero al base de los Celtics no parece preocuparle en demasía, dada su enorme confianza en sus habilidades. Cuando pisa la cancha, Rondo es el amo del partido, el titiritero que maneja con cuerdas invisibles a compañeros y rivales, el dueño del ritmo de juego... no hay más que fijarse en su extraordinaria temporada 2011/2012 para comprobarlo.
11.9 puntos, 4.8 rebotes, 1.8 robos, 11.7 asistencias y 6 triples dobles (liderando la NBA en los dos últimos apartados). Pero más allá de las frías estadísticas, el gran mérito de Rajon es hacer mejores a los que le rodean, optimizar las prestaciones de sus veteranos compañeros. Ejemplo claro es la buena temporada que ha despachado Kevin Garnett a sus 36 primaveras. Aparte del mérito de The Big Ticket a la hora de mantener su forma física y su ambición, los años no pasan en balde... y las reacciones del legendario ala-pívot han perdido velocidad desde que llegara a Minnesota directo desde el instituto. Ningún problema con Rondo en la tropa celta.
El playmaker con la casaca #9 es capaz de crear ese segundo extra que KG necesita para armar su tiro de 5-6 metros o para elevarse en las inmediaciones del aro rival, o el que precisa Ray Allen para clavar sus triples sin agobios y en sus zonas favoritas. Penetraciones para doblar balones óptimos, visión periférica para procesar todo lo que pasa en el pabellón, defensa exhaustiva de las líneas de pase... Rondo glorifica el oficio de point guard noche tras noche, lo cual lleva al que escribe a considerarle el mejor 1 del baloncesto actual, pese a que la valoración oficial le haya desterrado el tercer mejor quinteto del año.
Y en los playoffs más y mejor: 17.3 puntos, 6.7 rebotes y 11.9 asistencias en 19 duelos, con 4 triples dobles más y esfuerzos monstruosos como los 44 puntos, 8 rebotes y 10 asistencias en el segundo partido de las finales del este ante los campeones Miami Heat. No está nada mal para un tipo que estuvo a punto de ser traspasado.
Porque el gran problema de Rondo, el que le ha llevado a ser cuestionado en la franquicia, es su carácter indómito, que ha originado encontronazos serios con compañeros como Ray Allen y con un Doc Rivers que, pese a todo, no duda en reconocer la asombrosa valía del jugador.
Con todo, si algo debe tener claro la gerencia verde es que su futuro depende del genial playmaker nacido el Louisville, un genio capaz de moldear los relojes de arena a su antojo. La era Rondo ha llegado al Garden.
Fuente: Juan L.Barbero - Blog de Basket
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